Para algunos el sueño del pibe consiste en vivir en Nueva York, París, Madrid, Londres, San Francisco o Barcelona. Acercarse de una manera cotidiana a la vida cosmopolita de una ciudad global, epicentro de la vanguardia comercial y cultural es, también, una manera glamorosa de atiborrarse de estatus. Permite vanagloriarse de haberse cruzado con Tom Cruise en una tienda de relojes o de ni siquiera voltear la cabeza cuando pasa un Ferrari porque es cosa de todos los días. Esto además de enorgullecerse de escuchar a Joshua Redman en un pequeño club de Jazz, oír a concertistas de la talla de Anne Sophie Mutter tocando bajo la dirección de André Previn, ver los originales de Pollock o pasear frente a las casas de Frank Lloyd Wright sin saberlo.
Vitrinear donde compran las señoras de los políticos dominicanos, tomarse un café – el más barato – donde la elite salvadoreña come caviar con champaña son todos sueños que pueden hacerse realidad si se postula a una universidad, se gana usted una ‘generosa’ beca nacional y se endeuda para que cuadre la ancha y profunda caja de un mes en una ciudad top…
…ese sueño, eso sí, puede convertirse rápidamente en una condena estival. No hay peor pesadilla que vivir en una ciudad o destino turístico en época de vacaciones: los hermanos, padres, suegros, primos, primos de primos, sobrinos de tíos y una interminable lista de familiares que nunca conoció sacan número y hacen fila para ahorrarse las chauchas de un hostal y las castañas tostadas de la calle. Y todo esto antes de haber usted puesto el implemento rojo con los papelitos enumerados o los pequeños pilares con cintas extensibles. Es más, la fila estará ahí aún cuando el cartelito de “cerrado, pase a la ventanilla siguiente” o “vuelvo en 4 años” sea metafóricamente visible, evidente y parte del conjunto de lo obvio.
Más aún, los amigos, los amigos de los amigos (que no necesariamente serán sus amigos porque las propiedades de la transitividad lógica y matemática no necesariamente se aplican en ese fangoso terreno de lo social) apelarán a su buena voluntad, a su vocación de chofer y guía turístico y a ese tiempo que obviamente le sobra porque claro, en esos países no hay ni TranSantiago ni extensos horarios de trabajo porque la gente no saca la vuelta. Y si se está en la edad, no solo llegará una seguidilla de veinteañeros-con-alma-de-adolescentes a perturbar ese pequeñísimo espacio cosmopolita, sino que también le acompañarán sus leales liendres y la larga estela de ropa sucia despertando la vocación de lavandero que lleva dentro.
Lo curioso de este fenómeno es que la ley de la reciprocidad sufre severas alteraciones. Según ésta, quien entrega un regalo/favor/servicio obliga al recipiente a devolver, quien a su vez obliga nuevamente insertando a los partícipes en un círculo _ _ _ _ (_) oso. Si no creen, piensen qué pasaría si a alguien a quien su existencia le es apreciable no le regalasen un regalo de cumpleaños en circunstancias en las que esta persona lo hace anualmente. Existen variaciones en que es un tercero abstracto el que paga, como es el caso de la caridad. Pero la recepción a un extraño coterráneo se paga con un precio/don/servicio/favor que con el pasar de los días tiende a cero.
Esto pues a quienquiera que haya ‘caído’ (entre comillas para identificar el eufemismo, porque más bien constituye una grosera usurpación) en lo de un conocido no devuelve lo equivalente – en alguna escala determinada, con ponderadores particulares – a lo recibido. El círculo de la reciprocidad en estos casos se abre con una sonrisa a la llegada del aeropuerto un ‘sincero’ abrazo ante la inminencia del contacto físico, una infinidad de ‘gracias’ en el transcurso de la estadía, y un ‘muchísimas gracias, en verdad que se pasaron’ al final. Los más decorosos llegarán con una caja de chocolates que compraron en el aeropuerto, un Sahne-Nuss y un tarro de manjar o una botella de Pisco, sin siquiera saber si el hospedero las recibirá de buen gusto. Algunos más finos llegarán con una caja de chocolates Varsovienne o Bozzo que, sin duda, no fue fruto de la motivación del adolescente y precoz ‘aprovechador’ sino de la anticipada vergüenza de su dulce y tierna madre.
Por si las dudas: por mucho que haya venido Cecilia Echeñique a cantar, este lugar es como el Curicó de Estados Unidos. Carece, consecuentemente, de todo atributo que lo ubica en la memoria colectiva como un destino turístico atractivo salvo hectáreas y hectáreas de maíz. Por mucho mall y auto, este no es un polo magnético que produce filas de parientes. Aquí no he conocido ni primos ni a los amigos de mis amigos, ni conozco lo que se siente ser hospedero-chofer-guía por una semana. Así, los más perspicaces ya suponen correctamente que en cuanto crucen la frontera me tendrán sonriendo en el aeropuerto, agradeciéndoles hasta el cansancio y despidiéndome con un sincero “hasta pronto”.
5.2.08
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26 comentarios:
No sé si será que ando agotada, o que el día está nublado, pero como que me costo más que otras veces entender su post. Como que habló "en complicado", hallo yo.
En fin. Si su post se refería a los "paracaidistas aprovechadores de los que se van a ciudades top y que llegan con una botella de pisco, presumiento el alcoholismo,para desvalijar nuestro refri y luego irse dando simplemente las gracias", toda la razón.
Si no era sobre eso... prefiero no pronunciarme.
uf vaya que latero estuvo esta vez! y le digo que no se dará ni cuenta cuando tenga que andar paseando a algún pariente o conocido por las calles de su poco interesante ciudad, aunque venga sin chocolate ni pisco. El chileno, con algo de recursos, siempre encuentra promociones y excusas para viajar.
Oiga, no subestimemos al chileno, que es capaz de encontrarle la gracia a ciudades sin ningún atractivo. Ya verá como caerán lo paracaidsitas, que con esto de la baja (o el desplome) del precio del dolar, y con tal de viajar son capaces de organizer charter para visitar el Museo de la Lija, o el Museo del Alambre púa de los Estados Juntos.
Anónimo,
Hay que distinguir del visitante que viene a ver a una persona del visitante que usa eso como excusa para venir a ver el lugar. Por aquí, el segundo grupo difícil que se asome.
Y bien sabrá usted - por que sé muy bien quién es - a qué grupo pertenezco.
...
Fran,
Tiene razón, con el precio del dólar, las tarjetas de crédito y las promociones turístico-bancarias más de alguno vendrá a conocer el Studebaker Museum o el College Football Hall of Fame. O mejor aún, venir a ver un partido de fútbol americano universitario y un partido de béisbol de ligas menores.
Uno y cada uno panoramas somníferos, por lo que si sabe de alguno que tiene la intención, sugiérale que se ahorre las chauchas y se compre una buena dosis de ansiolíticos. El mismo efecto por un décimo del precio.
Toda la razón. Cuando el lugar es super turístico y no hay que hacer trasbordos de ningún tipo, las "amistades" llegan como moscas a la m..... Pero, por lo que veo, el lugar en que usted vive es algo así como "Peyton Place" (no creo que ni sepa lo que es eso - era una serie de televisión de hace muuuuuuchos años atrás). A mí me encantan esos lugares. Si quiere derepente lo voy a visitar y le llevo manjar, negritas, Nesquix (¿cómo es que se escribe?), o lo que ustedes quieran. Y no necesita hacer ningún tour turístico conmigo ya que soy re poltrona y me encanta "echarme" a leer y tomar helados (que yo misma compraré y le convidaré si es que a usted también le gustan - of course). ¡Nos vemos! ¡see you later!
Fíjese que lo que usted describe no sólo pasa en las grandes cuidades, basta con que ud. tenga una casa en alguna playa para que, especialemente en el verano, se llene de "amigos" y de "amigos de los amigos". Es cierto que asi como hay grandes ciudades también hay grandes playas que son más demandadas.
Para mi que los seres humanos se dividen, entre muchas otras caracterizaciones, en dos: los que tienen casa y los que se aprovechan de los que la tienen.
Respecto a la reciprosidad más me inclino por no esperar nada entonces me sorprendo gratamente cuando ocurre.
moñi, me parece muy reduccionista su clasificación pues deja afuera a quienes no tienen casa en la playa y al mismo tiempo tampoco se aprovechan de quienes si la tienen (porque no les gusta la playa por ejemplo).
Pedro tiene ud. toda la razón, dejé fuera a un grupo importante de personas que constituirían una tercera categoría. Ahora está siendo ud. un poco literal demás porque la casa en la playa también podría estar en la montaña o en un lago o en alguna capital interesante del mundo donde no se necesite hacer transbordos.
Entonces volviendo al tema que nos convoca el sr. Montt y para seguir dando la lata existen 3 tipos de personas: los que tienen casa en algún lugar interesante de visitar, los bolseros que se aprovechan y los que no están ni ahí.
¿Y los "no sabe/no responde"?
y los que no tienen casa, que les encantaría ir a la playa, montaña, campo, o lo que fuera, pero que de tímidos se abstienen porque básicamente no les gusta molestar... como Martín Romaña!
uffffff fran, ellos siempre son un problema al momento de clasificar, más vale que se decidan
Creo que los "no sabe/no responde" son los que aún no se han contaminado con todo ésto. Casi, casi como que no captan lo que significa "bolsear", "aprovechar a concho" y todo eso. Creo que para ellos lo más normal es contentarse con lo que tienen. Tal vez sean los más felices del planeta.
Florencia, para ese grupo que afortunadamente es muy grande y que está tan bien representado en Martín valgan entonces las mejores retribuciones, es decir, ir un poco más allá del manjar, el sanhenuss, el pisco -que hay que incluirlos siempre que uno opte por visitar algún amigo con casa en el extranjero-.
El problema no está en clasificarlos, se les imputa un 999 o 99 o 9 y luego se los saca de cualquier análisis, por indecisos, si ellos no saben lo que quieren menos lo sabremos nosotros.
......bueno, al menos con ellos podremos estar tranquilos de que no se van a dejar caer en ninguna casa porque están tan indesisos de a cual amigo quieren ir a visitar y además tampoco saben si quieren ir a la playa, a la montaña, a un lago o a alguna ciudad en el extranjero.
La timidez y la indecisión no es impedimento alguno. De ahí el espíritu de viajar en grupo: el tímido e indeciso mantiene su inhabilidad de hacerse presente (y su conciencia tranquila), pero igual viaja con grupos que le 'hacen la pega'. Así, el tímido y el indeciso pecan por omisión, de la misma manera que 'el que calla otorga'.
Y eso de imputar y sacarlos del análisis es grave. Puede sesgar gravemente los análisis si el mecanismo de indecisión no es completamente aleatorio. Si es aleatorio nada más, pues se puede proceder a imputar algo condicionando en otras cosas. Y como viajan en grupo, pues su decisión es el resultado de la de su grupo. En ese caso tenemos una muestra que no es aleatoria y tenemos que hacer los análisis considerando la agrupación. ¿Sigo?
señor Montt: Usted tiene toda la razón. Efectivamente los tímidos e indecisos siempre se van "a la cochiguagua". Me parece que igual se aprovechan del pánico y usufructan de la audacia de los demás sin tener ellos que mover un dedo (solamente algo los pies y las mandíbulas)
Pues tiene un buen punto ud. sr. Montt, pero nos desvía del tema al que nos convocó. Los tímidos e indecisos que viajan en grupo no van a llegar a ninguna casa. Los no sabe/no responden a lo más llegan con su amigo/a y donde cabe uno caben dos.
Estimado Don Lata, no incluyó Ud. la ciudad donde yo vivio (Cairo), pero le puedo asegurar que desde que estoy aqui es un destino no tan imposible para mas de un Copiapino, lo mejor de todo son los encargos que puedo hacer, trencitos, jugos, pisco, vinos etc. claro esta a cambio de casa, comida y paseos.
Este verano chileno, invierno egipcio ha sido mas visitado que el anterior y debo reconocer mi leve cansancio, pero el olorcito de mi pais, el hablar en chileno y mostrar en lo que uno esta, vale cualquier sacrificio.
Any way, very welcome!!!!
Oiga, se supera usted. Su entrada es de una lata impresionante.
En todo caso, no crea que por vivir en un pueblucho se va a salvar de los aprovechadores de siempre. De hecho, si se descuida, a lo mejor hasta yo me doy una vuelta por su casa. Cómo sabe, a lo mejor le arreglo el monstruito del lavaplatos.
Don Latero, ¿qué pasa con usted?
¿Fue abducido por un OVNI (UFO para usted)?
Manifiéstese pues
Si, nada que ver dejarnos aquí, interpretando su último post como "una carta de despedida"...
Tal vez era eso???
¿O acaso tiene miedo que lleguemos por allá y nos dejemos caer en su casa?
Ya pues, déjese de cosas...
¿La próxima vez que queramos comunicarnos con usted tendrá que ser a través de una tabla de ouija?
... Así con el abandono del blog ...
cri cri
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